La incertidumbre se ha convertido en mi estado favorito.
Ruedo entre el desconsuelo y la incomprensión.
Cuánto más profundo se siente este vacío
cuando encuentro tanto murmullo a mi alrededor.
Hablar, soñar, escribir, cantar,
nada logra erradicar la pena que desgarra este alma.
Pensar en esos brazos que se extienden
me mantiene en vilo
porque sé que no llegaran a mí
para darme ese apretón tan anhelado.
Para procurarme por fin ese lugar de paz,
de silencio.
Ese lugar donde no hay preguntas ni repuestas.
Ese lugar donde puedes detener tu mente y dejarla descansar,
permitiéndole a las lágrimas caer sobre tu piel.