Hoy prácticamente sin quererlo
vi tu verdadero rostro.
Sin pedirlo me encontré con la realidad.
Pasé años de mi vida creyendo tu discurso,
que eras diferente.
Incluso lo entendí.
Vago entre el desconcierto y una gran decepción.
Siento que fueron en vano
todas esas noches que soñé contigo.
Creyendo que eras la perfección materializada,
que no merecía siquiera tu mirada.
Has dejado ir un cariño verdadero
eligiendo la cotidiana banalidad de lo carnal.
Has preferido almas vacías.
Y yo creyendo que era poco para ti…
Mi tonto corazón,
a pesar de todo,
no puede entender que eres simplemente esto
y no todo lo que alguna vez creyó.
Será que los de corazón débil
caemos fácilmente en las redes
de algunos como tú.