lunes, 2 de noviembre de 2009

Destino final: el olvido


Es inevitable mirar esas gotas caer
Y pedirle a mis ojos que guarden tantas lágrimas en ellos.
Como si fuese posible que el cauce del río continúe
sin ningún desvío en presencia de un torrencial,
como si fuese posible seguir asumiendo una nueva realidad,
en la cual no estás.
El agua produce en las tierras un creciente anegamiento
y una profunda erosión en mi piel,

pero la lluvia parece no mojarte.
El desconsuelo es semejante a una melodía furiosa
que esconde una huella de dolor,
disfrazada de superación
y un fuerte sentimiento de revancha.

Me desconcierta no encontrar respuesta alguna
ya que lo único que quedó entre los dos,
es un respeto indeleble hacia la mutua ignorancia.